Durante cuatro meses tuve el desafío de acallar mi ruido interior, mi mente estaba llena de pensamientos que me estaban afectando; llegaron temores por medio de la incertidumbre, semanas enteras si disfrutar plenamente lo que hacía. Pensé que ya había dejado atrás el síndrome de pensamiento acelerado que habla en sus libros Augusto Cury; ese síndrome te lo causa el exceso de información, preocupaciones, actividades sociales, caes en la trampa de querer controlar lo que sucede alrededor; con una agenda apretada de actividades y sin darme tiempo para darme un respiro, para disfrutar del descanso y despejar mi mente; simplemente olvidé buscar tiempo para recuperarme de las exigencias de mi vida personal y profesional. Mi fe en Cristo se mantenía fuertemente en mí, pero sentía que no avanzaba en mi paz interior, solo me encontraba ansioso de poder lograr cosas, deje a un lado lo que disfrutaba como mi pasión por escribir estos artículos.
Pero en la medida que me fui concentrando en mi familia y mi comunidad, más que pensar en que es lo que me estaba pasando; las atenciones a mi familia me ayudaron a que se me quitara poco a poco esa incertidumbre; había varias cosas que me afectaron, la falta de descanso, un programa de ejercicios adecuado, disciplina en mis horarios para comer, ir a dormir sin tantos pensamientos en la cabeza, la falta de compartir tiempo con los amigos o simplemente tener una breve conversación por teléfono con las personas que aprecio. Una práctica que me ayudó mucho también fue dialogar con personas que me encontraba en mis caminatas en el parque o en cualquier otro sitio, también busque un espacio donde tener contacto con la naturaleza, disfrutando la creación de Dios y la meditación de las escrituras. Profundicé más mi practica de estar en silencio, reduciendo el uso de televisión, equilibrar la cantidad de lectura, no obsesionarme con la investigación de información que exige mi trabajo, dejar a un lado las noticias recurrentes de “basura noticiosa” y por supuesto no tocar las redes sociales. Escribí un plan de acción para despejar mi mente y reaprender a relajarme. Con disciplina y oración, pude lograr regresar a mi paz interior, a veces se asoman las inquietudes, pero al consultar mi plan de acción me ayuda a retomar el rumbo.
Mi plan de acción contiene un resumen de las acciones que fui descubriendo que me calman, me fortalecen, une breve caminata, tocar el agua o salpicarla en mi rostro, respirar profundamente, salir y estirar los brazos, sonreír a una persona, darme permiso y comprarme una limonada, en fin es una lista que la tengo escrita y cuando llegan los momentos más estresantes de la vida, empiezo con acciones más específicas, como retirarme 20 minutos, despejar mi mente, orar, meditar, escuchar música, leer poesía, historia o hojear una revista de tecnología. Cada persona es diferente y única, y va ir encontrando su propio plan de acción.
Sé que mi temperamento influye en mi personalidad y en mis emociones, soy una persona que le gusta profundizar, planear, leer, investigar, consultar y aplicar. Sin embargo, cuando no pones todas las buenas cualidades que tenemos al servicio del amor, pues sucede que nos contaminamos con el frenesí de la sociedad actual y eso lo llevamos a nuestra mente, se convierte en ruido interior y perdemos la paz de nuestro espíritu. Como dice Henri Nouwen, “la oración interrumpe en nuestro modo de hablar, de respirar, de estar con los demás, apunta a una forma de vida básicamente distinta, nos invita a vivir en medio de este mundo sin dejarnos atrapara por la red de carencias y necesidades”. El rumiar pensamientos que contiene temores por la incertidumbre que genera el frenesí de una sociedad que quiere ir a toda velocidad, que no guarda momentos para detenerse y poder pensar que es lo que estamos haciendo, que rumbo llevamos.
El exceso de pensamientos en nuestra mente, hace que muchas veces le demos vueltas a muchas cosas una y otra vez, de que si hago esto; pasara esto, si no sale el plan como lo pensaste ya no estas contento, inicia un batalla por querer tener el control, pero no es así, en diferentes momentos de mi vida he pasado por eso, a veces pienso que el mundo tan acelerado de hoy me provoco mi ansiedad, en parte sí, pero es más mi propia persona que provoca una sensación de inquietud, ansiedad por no lograr los objetivos deseados, por querer tener control en situaciones que no puedo controlar. Necesitamos dejar de encadenarnos nosotros mismos en nuestra mente.
No puedo echarle toda la culpa al ritmo social que vivimos hoy, el problema es uno mismo y hay que reconocerlo y aceptarlo; soy una persona que busca pensar positivo, pero hay circunstancias en la vida que no todo el tiempo saldrán como uno quiere, es cuando tenemos que dar cara a las rutinas que debemos de mejorar, que tenemos que cambiar, donde nos equivocamos o que es lo que no podemos cambiar; aceptar que no siempre tendremos el control de absolutamente nada en la vida; que todos nuestros esfuerzos por agradar a Dios pueden ser imperfectos, pero que Dios los hará perfectos para nosotros. Dejemos que el evangelio de Cristo nos llene de gracia en nuestro corazón para que mente y espíritu estén en armonía y en paz.
Todo lo que hagamos debemos de hacerlo con amor, confiar que Dios está acompañando nuestros esfuerzos; cada ser humano tiene una misión que tiene la gracia del amor de Dios, y eso no nos puede perturbar, sino al contrario nos ayuda a mantener la paz, en toda situación de la vida. Debemos de aprender el lenguaje del corazón, debemos de emprender una jornada hacia la profundidad de nuestro interior, de lo que somos, hacia donde vamos, cual es el propósito de nuestra vida.
Al momento de estar distraídos por el ruido interior. Ponemos barrearas para escuchar al espíritu de Dios, en la biblia, en la familia, en los demás, en la creación de Dios. En esta reflexión, solo quiero promover que cada uno de mis semejantes busque su propio plan de acción para poder iniciar la jornada de profundizar en su interior, que busquen en la oración, el dialogo con nuestro creador de una manera sencilla, que no pongamos ejercicios complejos para establecer una relación con Dios, contigo mismo y con los demás. Disfrutar de un atardecer, una sencilla caminata, darte permiso de comerte un helado, de disfrutar algo que te gusta, si alguien quiere que solo lo escuches, escucha, y no formules una respuesta en tu mente, solo esta para esa persona, descubre la infinidad de momentos que puedes ser la bendición para alguien con solo sonreír, ponerle atención alejado de tu teléfono. No dejemos que nuestra mente divague por el océano de información, por las escenas de temores como si fuera una película interminable de terror que se vive a diario.
Respiremos profundamente y demos gracias por lo que hacemos con amor, con sencillez y gozo por ver a los demás felices; las acciones con amor se regresan como un bumerang. Como decía el ruido es interior ya había tenido episodios de incertidumbre que luego pasaban; en esos momentos de falta de paz espiritual, corría a buscar respuestas a mi exterior, pero no miraba hacia mi interior donde se produce el temor a la incertidumbre de lo que pueda pasar, la falta de sosiego, el miedo a morir, de perder el trabajo, de desapegarte de las personas, de las cosas materiales, etc.; para cada persona su incertidumbre puede ser diferente; pero lo que he concluido es que si no usamos el lenguaje del corazón, que es nuestra fuente principal para mantenernos en paz; perdemos la claridad de cuál es el propósito de nuestra vida, pues nuestra vida se mantiene por el sendero de la certidumbre, sabemos que no tenemos le control de nada, pero al menos podemos planear, soñar, buscar el bienestar familiar, un trabajo que sea digno, estudiar, mejorar nuestras disciplina, compartir nuestro tiempo y bendiciones con los demás, ser bondadosos, emprender un negocio que no se convierta en nuestra perdición, en fin, podemos agradecer a Dios por las bendiciones, sonriendo a la vida, para cuando tengamos que partir de este mundo, al menos en nuestro círculo de influencia lo dejemos mejor de cómo le recibimos.
Solo quiero inspirarte a que tomes las cosas con sabiduría, con paz interior, no dejemos que el frenesí de la sociedad nos perturbe o provoque incertidumbre, busquemos lo valiosos que somos, está dentro de nosotros, no descuidemos eso, debemos interiorizarnos por medio de un ejercicio sencillo de oración, quedarnos en silencio, apagando el ruido de los pensamientos, hagamos las cosas con alegría, influyamos a los demás con las verdaderas cosas valiosas de la vida.
Dejar que el espíritu que habita en nosotros este prendido, no apagado, busca en tu interior la confianza depositada por y en Dios; confiemos en que en cada paso que demos con fortaleza, sin temor y ansiedad; no nos dobleguemos al espíritu de este mundo, sino al Espíritu del Amor de Dios.
Si tienes un día a solas, de descanso o tienes que estar en casa, úsalo disfrútalo, guarda silencio, reúnete contigo mismo, con tu alma; escribe, camina, relájate, no hagas nada, riega las plantas, limpia algo, llama a un familiar, ora el tiempo que puedas. En fin, cada uno puede apagar sus ruidos, descubrirán que es lo mejor para cada uno; cuando acudamos por ayuda externa está bien para consultar y mejorar algo que no está bajo nuestro control, es importante tener un director espiritual, un consejero, un psicólogo, estos profesionales nos ayudaran a encontrar el camino a hacia nuestro interior cuando andamos perdidos, nuestro propio “manual” está en nosotros y es ahí donde tenemos que llegar. No forzar nada, los pensamientos van y vienen, no dejes que controlen tu vida y generen emociones que no te agradan. Veras que muchas veces el exceso compulsivo de pensar no genera nada y solo nos desgasta, perturba la mente, el espíritu y nos desenfoca del propósito de nuestra vida.
Finalmente, una historia que aprendí de un vagabundo con su mochila (me decía su mochila es su casa), solo traía su bolsa de dormir, bastón, agua, el dónde le llegue la noche se va a dormir, no controla nada de su alrededor, no tiene un lugar cómodo y fresco o un baño o alguien que lo mime por la noche; duerme a la intemperie como los pajaritos en campo abierto, con los peligros que pueda presentar eso. Sin embargo, sus pensamientos y preocupaciones son donde comera mañana, solo estaba dejándose llevar por la providencia de Dios. Solo volvamos aprender el lenguaje del corazón, caminemos a nuestro interior. Bendiciones
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